De la repartición del pastel imperial a nuevos horizontes políticos
En el sistema de explotación mundial queda claro
que los franceses, sean trabajadores o no, están bastante mejor parados que
otros, no hay necesidad de entrevistar una costurera bangladesí, o cualquier
sobreviviente africano a su intento de pasar el mar mediterráneo, para tener
certeza al respeto. De manera que fácilmente se puede entender la sublevación
de la población fluorescente (chalecos amarillos) como un reclamo para repartir
más equitativamente un pastel imperial. Hasta donde
sepa, no se vieron obreros de la industria francesa de armas cuestionar su
papel en la matanza de yemenís, más bien se los espera reclamando más trabajo
para poder pagar las cuotas del auto nuevo.
Sin embargo desde los chalecos amarillos no solo se
escucha una bronca de clase media en contra de un nuevo impuesto (como
pareciera al leer los medios dominantes), sino también una rebeldía en contra
de poderosos que los ningunean o los insultan a diario. Gobierno y medios
tratan de reducir las voces enojadas de un pueblo a una cifra (de euros)
aceptable cuando este pueblo ya esta exigiendo poder decidir de un destino
fuera de los planes tecnocráticos de los dirigentes y de los algoritmos de
predicción de los ingenieros 2.0.Desde un lugar inesperado surge algo, no se sabe que, otro siniestro Trump o nuevas formas de organizarse y decidir.
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