Sobre liderazgos y movimientos sin lideres
¡Exclusivo!
En exclusividad para este medio, les informamos que la NuitDebout se debe a una
relación sexual. Así lo dijo Frédéric Lordon en términos muy explícitos : “los
niños no nacen en los coliflores. Para que nazcan, papa y mama tienen que
garchar. Nos acostamos juntos con François Ruffin e incluso vino mucho más
gente, ha sido un orgía”. (Debate Frédéric Lordon con David Graeber, Bourse du
Travail, 12 de abril).
Frédéric Lordon, foto de Jean Segura y Alhil Villalba |
Es con
humor que Lordon revindicó cierta maternidad compartida con Ruffin y un grupito
de militantes políticos y asociativos para que nazca la NuitDebout. Lo dijo
para que no quepa duda de que un movimiento no nace espontáneamente sin una
militancia previa, y no para reivindicar un lugar de líder –que muchos quieren atribuirle,
comenzando por los medios-. Pero este pedido de liderazgo (proveniente
esencialmente de afuera de la asamblea y, por lo general, rechazado por ella
misma) plantea una cuestión legitima y necesaria.
El
deseo de horizontalidad absoluta es entendible en una época de tanto
verticalismo pero aplicarle de forma extrema es algo ilusorio y, lo más
probable, es que condene el movimiento a la impotencia. Antes que nada,
cualquier grupo compuesto por personas que no se conocen íntimamente poseen o
inventan ciertas formalidades que acaban siendo las reglas de convivencia y/o
con las cuales toman decisiones. La NuitDebout como las otras experiencias
asamblearias de los últimos años adoptan formas que implican ciertas
representaciones y, por ende, algunos lugares de poder que se crean adentro de
la asamblea. Eso no quiere decir que se vuelvan unos Senados o cualquier de
esos cenáculos –que llaman “democráticos” - donde se marchitan los anhelos de
los pueblos (o se realizan golpes).
Por lo
tanto, no se trata de construir nuevos lideres que vayan a remplazar los
actuales y que, con toda seguridad harán lo mismo. Creo que las experiencias no
faltan, por ejemplo en Latinoamérica, como para que no quede duda de que la
personificación del poder es una trampa mortal para las izquierdas. Vimos como
Chávez, Correa, Evo etc., acaban todos por reducir los movimientos populares en
una simple fuente de sus propios poderes, matando los movimientos si esos los
cuestionan mínimamente.
Personificar
el poder es dar la oportunidad al líder de reducir cualquier debate a un simple
alternativa entre El y el enemigo (sea la CIA, Wall Street o quien se le ocurra).
Vimos personas tan disimiles como el economista universitario Correa, el
militar Chávez, el cocalero Evo o el mismo abogado Fidel Castro siempre, y cada
vez, hacer lo mismo: reducir las voces a tan solo dos, la del líder y la de la
otra verada. Además, el líder siempre destruye todas las voces de su propio
campo para que no quede realmente ninguna otra voz que la suya. No es cuestión
de personas, es cuestión de poder. Y no se puede delegarlo a una sola persona,
sin que ella lo convierta en su propiedad personal.
Así que
cada vez que una asamblea construye une nuevo poder, como lo que esta pasando
en Paris actualmente, tiene que inventar una manera de que este no sea
confiscado por nadie en particular.
Ahora
se entiende mejor el problema de Lordon. Nadie, y menos el mismo, quiere que se
convierta en Chávez que nos explique mañana que sin él la CIA llegara al poder.
Pero tampoco se podrá construir un poder real sin que se tomen decisiones en
conjunto que impliquen cierta delegación de este poder. Por supuesto, se piensa
en delegados siempre revocables y/o cambiantes. Se piensa en muchas otras
medidas para mitigar la posibilidad del acaparamiento del poder. Las propuestas
están abiertas.
Johan Sébastien, marzo prolongado del 2016.
Johan Sébastien, marzo prolongado del 2016.
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