El caballero de las derechas triunfantes: una lectura crítica de Batman - Conversatorio en el CIESPAL, Quito, el 31 de enero del 2018 -


La trilogía de los Batman de Cristopher Nolan a la vez que han sido un excito de taquilla vehicula explícitamente ideas políticas que me parecía interesante descifrar e historizar. Supongo que es inútil explicar el interés de analizar ese tipo de documento pues es evidente el peso que pueden llegar a tener productos culturales de masa como vehículo de ideologías e/o incluso de “armas psicológicas” (entre muchos otros autores que abordan esa cuestión remito a mi propio trabajo, si me permiten esa autopromoción poca elegante : "La doctrina militar francesa popularizada"). Por lo que les propongo empezar sin más a mirar una escena que analizaremos después.  







(Des) igualdad bajo la mascara
 
Resulta significante remarcar que la primera intervención física del “verdadero” Batman no es en contra de uno de los malos sino en contra de uno de los “falsos” batmen (le rompe su escopeta) que tienen el propósito o la intención de ayudarlo en su lucha en contra del crimen. Ese orden de intervenciones permite entender cual es su orden de prioridades : primero terminar con sus “usurpadores” y solo después con los criminales.

Sin embargo el gordito enmascarado se rebela y plantea la pregunta política nodal de la escena: “¿cuál es la diferencia entre tu y yo?”. Es decir ¿qué haría más legitimo al Batman de otro enmascarado para impartir juicio y castigo, siendo que los dos quieren combatir a los malos (identificados como tal por la película)?
Veremos después que la diferencia fundamental entre esos dos es el dinero. Pero, por el momento, veamos la mascara como un principio igualitario (es decir adoptamos el punto de vista del gordito que entiende que Batman propuso una justicia legitima y, con sus amigos, quiere participar con mascaras que tendrían la función de igualarlos con el superhéroe, convirtiéndose en justicieros. O sea que el gordito tiende a la igualdad, un principio tradicionalmente defendido por las izquierdas políticas. En este sentido la mascara que adopta tiene la misma función que en V de Vendetta  (2006, de James Mc Teigue), película en la que se distribuyen mascaras a toda la población que se iguala gracias a la mascara; en la realidad se asemeja al justiciero enmascarado, el sub-comandante Marcos, cuando anuncia que por fin va a retirar su pasamontaña en un programa de televisión y a la hora dicha, en vez de mostrar su rostro muestra al publico un espejo, diciéndonos que todas y todos somos zapatistas insurgentes, suficiente con adoptar el pasamontaña (que otorga una igualdad entre zapatistas). 




En la escena la repuesta del Batman es tan solo un chiste y, en una escena posterior, la aparición de los imitadores solo merece un comentario de un Bruce Wayne decepcionado de ver gente tan torpe usurpar su mascara. Sin embargo, una de las fuentes de inspiración de esa película, el comic de Batman de Franck Miller de la mitad de los 80 (Batman: The Dark Knight Returns, 1986), plantea más explícitamente el problema que suscita el hecho de aparezcan imitadores. En el comic aparecen “hijos de Batman”, es decir seguidores que se otorgan los mismos poderes de juicio y castigo. Pero, lejos de “restablecer” el orden provocan caos. 







Por eso en la película (2008), el mismo Bruce Wayne insiste en que desaparezca Batman y que imponga un justiciero, ya no enmascarado sino el fiscal de la ciudad. El problema que se plantea es que el enmascarado acaba provocando más caos que orden. Sin embargo, nosotros podemos perfectamente interpretar ese “caos” combatido como el simple empoderamiento de la gente quien adopta una mascara; es decir lo que se quiere evitar es precisamente que no cualquiera se empodera. Batman considera la igualdad como un principio caótico y –lo veremos- el caos es lo que hay que combatir ante todo.

-       La figura del vigilante
 
Sin embargo tanto los falsos batmen como el verdadero (como el conjunto de los superhéroes) puede remitir a algo muy distinto que un principio de igualdad. Acá, quisiera seguir a la filosofa francesa Elsa Dorlin quien ve en los superhéroes de la cultura popular de Estados-Unidos una reminiscencia de la figura del vigilant.


 

La palabra proviene precisamente del castellano, y designa los hombres a los que se les otorga durante la “conquista del oeste” el poder de policía, juez y verdugo (una suerte de poder de la ley ilegal) para proteger el ganado y las tierras (recién robadas a los indígenas). Es decir son milicias al servicio de los nuevos propietarios.
A la vez esa figura del vigilante se confunde o se articula con el linchamiento por un lado y, por el otro, después de la Guerra Civil (1861-1865) con unos famosos enmascarados que hacen justicia propia: el Ku Klux Klan.
Sea la figura del vigilante o los miembros del KKK, podemos remarcar que lejos de ser una justicia en contra del sistema jurídico oficial, lo acompaña, viene a reforzarlo (en el caso del vigilante es explicito ya que se otorga un poder de remplazo/ayudante del poder formal; en el caso del KKK, sabemos que sus miembros eran eminentes representantes de los poderes de día –grandes propietarios, jueces, alcaldes que se ponían la mascara de noche-). Es decir que no hay que considerar que hay una lucha entre dos poderes, el de día en contra del de la noche, sino una cooperación entre los dos, lo que aparece muy claramente en Batman.  



-       El Estado profundo

Esa convivencia y cooperación (y de ninguna manera oposición) entre el poder formal y el poder informal es explicito en esta escena :

    




El rol que juega Batman es el del “trabajo sucio” del policía, la tarea no admitida por el poder formal ya que quiebra la ley. Sin embargo sabemos desde Carl Schmitt (1888-1985) y las relecturas recientes de aquel jurista orgánico del régimen nazi [especialmente por Giorgio Agamben, Homo Sacer II – Estado de excepción, 2003] que este poder oculto del Estado es el qué siempre surge cuando la nación atraviesa una crisis por lo que, en definitiva, ese brazo oculto arbitrario y violento es el verdadero garante del Estado.


-       Ticking time bomb scenario, la justificación y banalización de la tortura 

La escena de la comisaria sigue con una banal sesión de tortura en la que el representante oculto del Estado trata de sacar la información del cuerpo del prisionero a golpes. 



Es una escena que se ha vuelto un lugar común de las películas y series policiales y de acción : el bueno detiene a un malo que sabe donde se esconde una bomba que va estallar (o un niño que se va ahogar, o cualquier asesinato de inocentes). Por lo tanto el bueno tiene (moralmente) que torturar al prisionero para salvar a los inocentes, es decir es un principio humanitario que rige el sesión de tortura (el principio del daño menor). Ese guión conocido como el de “la bomba de relojería” o “Ticking time bomb scenario” ha sido popularizado por un novelista francés, Jean Lartéguy en la novela Los Centuriones (1960) que hace la apología de los paracaidistas franceses durante la guerra colonial de Argelia quienes, en la novela, impiden unos atentados a la bomba gracias a la tortura de varios militantes independistas y la violación de una militante. Desde entonces, es decir durante casi 60 años seguidos, ese guión se repitió al infinito en nuestras pantallas, al punto de ser un cliché de las películas de acción. Sin embargo en este mismo lapso de tiempo (¡más de medio siglo!) jamás se encontró una sola situación real en la cual un agente pudo desarmar una bomba o un peligro inminente gracias a la tortura. [sobre este punto, leer Michel Terestechenko, Du bon usage de la torture, Ed. La Découverte, 2008]



-       El espionaje generalizado justificado como medida excepcional




Otro de los ejes del Estado de excepción que ya conocemos todos muy bien es el espionaje generalizado de la población. Sobre este punto, la película del 2008 tiene eso de curioso que expone y resume exactamente los argumentos del debate publico que atravesó Estados-Unidos (es decir sus periódicos mainstream) que acaban siendo muy simple: el espionaje masivo es inaceptable (por razón a la vez de ética y de concentración de poderes que rompe el supuesto equilibrio entre los poderes que rige el sistema democrático –acá no vamos a criticar esa ficción política pero recordemos que es tan solo una teoría habitualmente adjudicada a Montequieu y que sus aplicaciones son por lo menos problemáticas-). Es inaceptable… sin embargo, la excepcionalidad de la situación exige una medida de excepción, por lo tanto acaba siendo aceptable. Sabemos que, en la realidad, las medidas excepcionales suelen prolongarse, basta con recordar los prisioneros de Guantánamo o el “estado de urgencia” francés traslado recientemente en el derecho común (el “estado de urgencia” es un conjunto de medidas excepcionales –es decir que suspenden los derechos de la ciudadanía y otorgan poderes arbitrarios a las autoridades administrativas- que ha sido creado durante la Guerra de Argelia en 1955 y reactivado después de los atentados del 13 de noviembre del 2015).

De manera que la película acaba siendo, sobre este punto del espionaje generalizado de la población, un vehículo del discurso oficial estadounidense que justificó esa medida. Recordemos que, en el 2008 cuando salió esta película, aún no teníamos las pruebas contundentes de que las poblaciones civiles somos espiadas por nuestros gobiernos, pues esas aparecen recién con las revelaciones del ex agente de la NSA Edward Snowden en el 2013.


-       El mal absoluto

El conjunto de ideas que venimos viendo (el vigilante, el estado de excepción, la vigilancia generalizada, etc.) se sostienen o se justifica gracias a un peligro, en este caso encarnado por el Joker. Por lo que es necesario interesarse en la definición que la película da a esta mal absoluto y como hay que reducirlo (nos indicara cual son los males que hay que combatir y cual es el método).
Empecemos por la analogía del Joker que nos ofrece Alfred, el mayordomo de Wayne:






El mal con el cual no se puede negociar entonces seria el que no le interesa “nada racional como el dinero”, y el método nos dice Alfred : 








Toda lo que nos cuenta Alfred es interesante. Se sobreentiende que participaba de un ejercito privado, al servicio de un gobierno de “Burma”, país del que no seria de extrañarse que sea dirigido por un dictador o una junta militar como muchas de la ex colonias (especialmente francesas y británicas), donde “asesores” militares de la potencia colonial quedaban para ayudar al país “independiente” a establecer un régimen que proteja los intereses de las grandes empresas de la ex potencia colonial, es precisamente lo que se llama post-colonialismo.
Por otro lado, el método “quemar el bosque” recuerda fuertemente la doctrina de contra-insurrección que consiste en acabar con todo los sostenes, físicos e humanos, de las fuerzas rebeldes. Ya que Mao Zedong había dicho que el “combatiente revolucionario tiene que estar en la población como pez en agua”, los teóricos de la contra-insurrección entendieron que había que retirar el agua, sea aterrorizando las poblaciones (los franceses en Argelia por ejemplo) sea con literalmente quemar el bosque donde se esconde el insurrecto (los estadounidenses en Vietnam por ejemplo).
En el contexto de Batman, la historia de Alfred nos indica muy bien que tipo de orden al que se aspira.


Para volver al mal absoluto (con el cual no se puede negociar ya que no entiende “nada de racional como el dinero”, por lo que solo se puede aniquilarlo), dejemos al Joker definirse : 





Lo que hay que combatir es el caos y la anarquía (confundidos un abuso ideologico de la película).


Ahora volvamos del lado de los buenos, para tener una idea de lo que seria el bien.

-       La doble mascara del millionario
 
En todos los batman hay una dicotomía evidente entre el Bruce Wayne multimillonario de día y el Batman justiciero de noche. Sin embargo, como todo multimillonario (de la realidad), Wayne también se esconde de día, ya que su empresa, su Sociedad Anónima, es muy anónima. En la trilogía de Nolan, lo vemos en repetidas ocasiones redefinir quien es el propietario de la Wayne Entreprise, a través de montajes financieros complejos por un lado y, por el otro, hay departamentos de la empresa que son ocultos (los que desarrollan armamentos para las Fuerzas Armadas y que proveen material al Wayne de Noche). 



Me parece interesante ver ese personaje como dos veces ocultos, ya que remite a la realidad del poder actual (y real), en el que el ocultamiento juega un rol fundamental en la acumulación de poder. Sabemos que todas las grandes empresas concentran más dinero que nunca, en buena medida gracias a ocultar sus haberes en los “paraísos fiscales”, es decir que las sociedades anónimas son cada vez anónimas y este anonimato es una condición de su poder.
Y vemos una pantomima en la que los poderes de día les toca hacerse los preocupados por una supuesta corrupción del sistema; unas semanas atrás en Davos, se inauguro el foro mundial de los ricos con el ya tradicional informe de Oxfam que cada año publica datos sobre la inédita concentración de las riquezas. Después, pudimos ver el desfile de los preocupados por este hecho: el billonario Putin (del que se sospecha -no se sabe con certeza, lo que es significativo de por si- que sea el hombre más rico del mundo, con 200 billones ocultos – segun Forbes-), el millonario Xi Jinping, Macri (heredero de una de las mayores fortuna de Argentina), Macron, millonario y ex banquero de Rothschild, Trump… En Davos se reunió la Liga de la Justicia y no creo que nadie pueda creer que van a sacarse las mascaras. 


-       El pasado mejor y la decadencia

Si bien la nostalgia es un sentimiento que vemos atravesar todo el espectro político, las concepciones de la historia que se focalizan en un quiebre como inicio de una decadencia proviene de la derecha propiamente dicha reaccionaria. Acá, es interesante a la vez historizar la decadencia como ideología de derecha y analizar que pasado de Gotham City ha sido mejor (al que hay que volver) según la película.

Como muchas categorías políticas de uso común, la derecha reaccionaria proviene de Francia. Aparece como reacción frente a la Revolución de 1789; en un principio esa ideología se desarrolla en el exilio –dentro de la aristocracia que huyo de la Revolución-; y se extiende a partir del regreso de la monarquía (1815). Tiene un conjunto de autores, de Chateaubriand a Joseph de Maistre, a la vez novelistas románticos y ideólogos que piensan a través del prisma de una decadencia que sufrió el país o la civilización (por lo general cristiana). El tema central es volver a un pasado mitificado.
Para entenderlo o ilustrarlo, nos podemos referir no a Luis XVIII (hermano del XVI famoso por perder la cabeza, sino a Charles X (Carlos X, 1824-1830). La Restauración encarnada por este rey es interesante, ya que su propio nombre es todo un programa político. En efecto, constituye una ruptura con la monarquía absoluta de su familia Borbones, ya que adopta el nombre de Charles X como continuidad con Charles IX es decir el ultimo rey antes de Henry IV (1589-1610, dos siglos antes) quien encarna a la vez una conciliación entre católicos y protestantes y el inicio de lo que se llamo la monarquía absoluta. Para los reaccionarios, esa concentración del poder es nefasta y es una de las causas fundamentales de la revolución (también identificada a la concentración del poder a través del jacobinismo). Lo que se quiere idealmente es volver a un mundo antes de la concentración absolutista del poder, para volver a un orden “natural” de cuerpos constituidos, en suma a una aristocracia y una iglesia potentes como pilares de una sociedad estamental (feudal y corporativa).  
Desde este primer pensamiento reaccionario del fin del siglo XVIII, esa familia política no dejó de diagnosticar el presente como decadente y de identificar o mitificar un pasado como una época de oro a la que habría que regresar. Sin embargo, según los contextos aquel pasado mitificado cambia en el pensamiento reaccionario (por ejemplo, una parte de la extrema-derecha argentina identifica a la Colonia como época de oro). 




En el caso de Batman, lo poco que vemos de ese pasado de oro, es un mundo más luminoso (en contraste con un presente siempre oscuro). En la escena que vemos, entendemos que el padre de Bruce Wayne ya es multimillonario pero tiene el buen gusto de no interesarse en sus negocios (prefiere dejarlo a los “interesados”, una postura que se puede entender de dos maneras. O los negocios son por naturaleza sucios, y no conviene a una persona de su alta moralidad –el prefiere salvar vidas en un hospital-. O, mucho mas cínico, entiende que dejando los negocios a los “mas interesados” va a ganar mucho más dinero, ya que los tiburones trabajaran para su fortuna. Es decir una forma muy cínica de gestión de la fortuna que podemos suponer en la gran mayoría de los súper-ricos reales de nuestro mundo. En realidad, las dos opciones no se contradicen del todo. También vemos que la empresa Wayne es totalmente central (geográficamente tiene el edificio más central de la ciudad –como su corazón cuando se espera ver la representación política ocupar este lugar), con un financiamiento de las grandes obras publicas (el transporte publico ha sido otorgado por la Fundación Wayne).





Así el mundo perdido, el Gotham al que se quiere regresar, es un sueño ideal del neoliberalismo, donde las grandes infraestructuras sociales no son el resultado de una gestión publica después de una decisión política, sino ofrecidas por los muy ricos (que vamos a suponer no pagan muchos impuestos). Por eso tenemos una curiosa mezcla política de reaccionario con neoliberalismo: se quiere volver a un pasado mitificado que ya habria sido neoliberal. (Recordemos que en la realidad, el pasado de Estados-Unidos en el que “funcionaba” –es decir en plena expansión planetaria y muy baja tasa de desempleo- ha sido la post Segunda Guerra Mundial, en la cual la política económica era keynesiana; de 1941 a 1964 la tasa de impuesto para los más ricos estadounidenses alcanzaba el 91% de sus ingresos –lo que seria hoy considerado como “comunismo” ultra radical-, ver por ejemplo Thomas Piketty). 

 
Batman nos invita a pensar articulaciones entre familias políticas tradicionalmente antinómicas (por ejemplos el Estado de excepción que es una emanación del Estado profundo con el ultra-liberalismo supuestamente anti-estatal) en nuevas hibridaciones que son los doctrinas actuales de las derechas. La película permite así entrever un discurso político muy presente en la realidad. A la vez, en tanto que producto cultural de masa, es un vehículo importante de su propagación. Y cuando Eric Prince, fundador del temible ejercito mercenario Blackwater, propone desarrollar unos servicios secretos privados, de alguna forma Batman deja de ser una ficción para volverse una pesadilla muy real.

Para terminar, y abrir el debate, sin querer hacerme el eco de la vieja critica a la violencia en las películas (ya saben “la juventud se vuelve violenta por las armas en las películas o los video-juegos), me parecía imposible no‡ recordar el estreno del últimos opus de Batman en el 2012 en Aurora (Estados-Unidos), cuando un chico mato a 12 personas y hirió a 58 otras en el cine. Y solo les quiero mostrar la foto del asesino y el comic del que se inspiró directamente en su delirio sangrante. 

El Regreso del Señor de la Noche (1986)
 
James Holmes (2012)



 
Intervención de Jérémy Rubenstein en la sede del CIESPAL de Quito (Ecuador), con el apoyo de las asociaciones Saudade de Montpellier (Francia) y CRIA de Buenos Aires (Argentina).





Comentarios

  1. Quizas si no faltan al exito de la recension esa del compa Jeremy Rubenstein una par de "botas de 7 leguas", iguales a las que pertenecian a +Alejandro Jodorowski cuando escrivio "El arbol del dios ahorcado" ed. Métailié, 1994...
    Me divertio mucho leerlo en camino por otras vainas, tanto vecinas y lejanas, por la cuales non cabe dudas que no hay fin y tampoco exito. Asi es la metis de cada uno : permanece sin lograr jamas a cualquier forma de respuesta a la sua propia queja.

    https://youtu.be/7KvfhOuaLkY

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