De los pulpos espaciales a los trabajadores zombis





Es una obviedad decirlo, desde que Estados Unidos se mete en los asuntos del mundo, hay una simbiosis entre la producción de Hollywood y las opciones internacionales de Washington. Cuando los enemigos eran japoneses y alemanes, las caricaturas malvadas eran prusianas y amarillas que se convirtieron, del día para el otro, en moscovitas. Pero hay épocas en las que los enemigos son poco claros : ¿quién es el malo de la película cuando el muro de Berlín cae y toda Europa del Este entra en el mundo feliz de la Libertad? Las pantallas de los 90’ dieron dos repuestas: el poderoso Narco –lo que era funcional a la expansión de Washington en los países latino-americanos (por ejemplos la cuasi colonia en Ecuador y la participación en la guerra civil colombiana) – y el más temible extra-terrestre (ver El Día de la Independencia, en contraposición al simpático E.T. de los 80’). En los 90’ Estados-Unidos no tiene enemigo creíble en la Tierra, por lo tanto, la amenaza tiene que venir del Cielo ya que tampoco se puede dejar de producir armas capaces de acabar con toda vida por falta de enemigos. Ya se sabe que los barbudos islámicos remplazaron a los pulpos del Espacio.

Pero, después de más de diez años de cortar barbas, es tiempo de retirada y los enemigos vuelven de nuevo a ser ambiguos. Un narco creíble, hoy en día, debería tener la misma corbata que el más común de los ejecutivos de Wall Street. Es cierto que a Hollywood le gusta, de vez en cuando, atacar al imperio de Wall Street o el de Washington, sea para avalar la teoría de la manzana podrida (“el capitalismo es bueno pero existen manzanas podridas”) o denunciar el Estado (“si pagas más impuestos, la CIA secuestrará a tu abuela para su programa secreto de avispas asesinas genéticamente modificadas”). Pero el que más gusta actualmente es el zombi. Los muertos-vivos son muy prácticos, son a la vez los trabajadores explotados y los patrones sin alma, los anticapitalistas que protestan en la calle y los capitalistas que chupan sangre desde sus torres de vidrios. La gran diferencia con sus primos pulpos del Espacio es que vienen de acá, se extienden desde el interior.


El zombi de Hollywood es esencialmente un enemigo interno. Es el chiflado que empieza a disparar sobre la gente en una escuela o un cine, es el buen ciudadano yankee que se convierte a Al Qaeda o deja de creer en el capitalismo. Pero también es la crisis que se extiende desde el corazón del sistema y no tiene fin (la crisis de los endeudamientos por compra de casas apenas parece refluir y ya empieza la del endeudamiento por los estudios pagos). En fin, el zombi es el enemigo ambiguo pero interno. Ojala este nuevo amor de Hollywood para los muertos-vivos corresponda de verdad a una opción política de Washington hacia dentro, pues lo mejor que se puede esperar de los Yankees es que se maten entre ellos ya que no se puede ilusionarse con que van a castigar a los explotadores de zombis como los hacían los haitianos. En efecto, más coherente que Hollywood, en Haití no se mataba o odiaba a los zombis sino al brujo que hacía revivir los muertos para su propio beneficio. En esta lógica, Estados-Unidos no debería atacarse a sus zombis, sean esos chiflados asesinos o Occupys, sino a los explotadores de su maquinaria zombi. Y creer que van a hacer eso seria tan ingenuo como creer en un cuento de Hollywood.

Jérémy Rubenstein (2013)

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Informe dominguero, 6 de enero

CHEZ ROTHSCHILD - RAPPORT DE STAGE

Chalecos y Extrema-derecha I & II