Quemar Godwin
El “punto Godwin”, supuestamente pensado
para facilitar el dialogo acabo siendo un impedimento para pensar la
modernidad. En los 90, el jurista Mike Godwin remarcaba que cualquier discusión
en el web acaba, en un momento u otro, por una referencia a Hitler o los nazis
y impedía seguir el intercambio de opiniones. En los 2000 este punto se impuso
implícitamente como el lugar en donde no llegar si se quería entender el
presente, quien lo haría se le decía “¡cuidado! reductio ad Hitlerium”. Pero
también este “punto Godwin” se extendió, y hacer referencia a la Guerra de
España o en cualquier aspecto de los fascismos de los años 30 ya se había
vuelto sospechoso. “No se entiende nada a los fenómenos actuales si se vuelve
siempre a esos arquetipos antiguos” se decía.
Creo que este “punto Godwin” es una gran
estupidez, enuncia un supuesto hecho (toda discusión acaba con la referencia)
pero no explica porque aparece la referencia. Y la razón de su uso es muy
simple: nuestro mundo nace de la catástrofe de los años 30 y 40. Impedir que se
haga referencia a este parto es como prohibir a los griegos antiguos referirse
a Homero. Es nuestro lenguaje común con el cual precisamente se puede dialogar.
Interpretar este pasado es una manera de
expresar como entendemos el presente. Y no es lo mismo decir que el Holocausto
ha sido un crimen más allá de todo entendimiento –y por ende sacralizarlo- y
explicar el nazismo como un fenómeno entendible en el contexto de una Europa
colonialista, industrialista, positivista y obsesionada por la “pureza
biológica”. No es lo mismo justificar la invasión de Libia “para no dejar de
nuevo la Republica española desarmada” y juntarse con los kurdos de Rojava en
clara referencia a las Brigadas Internacionales.
Los “abusos” de las referencias
históricas, típico del Estado de Israel y de algunos intelectuales siempre
dispuestos en invadir países, no es el problema de las referencias, es un
problema de retorica. Son sofistas y tuercen el argumento disponible –en este
caso la referencia histórica- para hacerlo decir lo que quieren y convienen. No
se responde a eso prohibiendo la referencia sino, todo lo contrario, dándole
otros sentidos más ciertos.
Cuando Trump decide publicar semanalmente
una lista de los delitos cometidos por extranjeros en Estados-Unidos, es
necesario saber que los nazis hicieron lo mismo con los judíos en
Alemania. Hacer el paralelo entre el inglés infantil repleto de
superlativos usado por el mismo Trump con el empobrecimiento del idioma alemán
en el Tercer Reich, no es un abuso es una línea de explicación del presente. Recordar
que todos los fascismos construyeron relatos nacionales basados sobre una
supuesta decadencia y la promesa de una regeneración – Make America Great Again-
permite ubicar a muchos movimientos actuales.
Es cierto que reducir Trump a Hitler es
una torpeza, pero no ver esos paralelos y/o filiaciones es cegarse.
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